Asociación entre aterosclerosis y enfermedades neurológicas: más allá del daño cerebral inducido por isquemia

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Se ha demostrado que accidentes cerebrovasculares, hipertensión,la insuficiencia cardíaca congestiva e, incluso, isquemia cerebral asintomática aumentan el riesgo de deterioro cognitivo y neurodegeneración.

Factores clínicos de neurodegeneración

En particular, el papel de la aterosclerosis ha despertado interés porque comparte con la neurodegeneración muchos factores de riesgo clínicos. Además, se ha encontrado aterosclerosis cerebral en arterias cerebrales en pacientes con enfermedad de Parkinson (EP) y enfermedad de Alzheimer (EA).

La edad es, con mucho, el principal factor de riesgo para el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas; 95% de todos los pacientes con AD son mayores de 65 años y, de ellos, 81% son en realidad mayores de 75 años.

El vínculo entre obesidad y aterosclerosis ha sido reconocido desde hace mucho tiempo. La obesidad aumenta la liberación de ácidos grasos por el tejido adiposo blanco al torrente sanguíneo y disminuye la combustión de los lípidos por el tejido adiposo marrón, lo que lleva a una hiperlipidemia, que a su vez contribuye a la formación de lesiones ateroscleróticas.

La asociación entre diabetes mellitus (DM) y disfunción cognitiva ha sido reconocida durante un siglo. Existe evidencia de que los pacientes con diabetes grave (definida como una HbA1c más alta y una duración más prolongada de la enfermedad) tienen un volumen cerebral total más pequeño y volúmenes cerebrales regionales más pequeños que incluyen: hipocampo, lóbulos frontal, temporal, occipital y parietal.

La dislipidemia se considera la causa más común de enfermedades cardiovasculares. Conduce a la acumulación de depósitos de lípidos dentro de la pared arterial desencadenando la proliferación celular, remodelación vascular, apoptosis y aumento de la permeabilidad celular con moléculas de adhesión aumentadas que se unen a los monocitos y los linfocitos T redirigiendo así las células inmunes a la íntima de la vasculatura.

Estudios recientes de todo el genoma han demostrado que hay varios loci que modifican la probabilidad de desarrollar enfermedad de las arterias coronarias, aunque sea moderadamente. Entre las variantes genéticas asociadas con un mayor riesgo de aterosclerosis se encuentran el receptor de lipoproteínas de baja densidad (LDLR), la proproteína convertasa subtilisina/kexina tipo 9 (PCSK9) y el gen APOE. Estas variantes genéticas se han asociado a hipercolesterolemia familiar.

Los datos moleculares desconcertantes, a menudo pasados por alto, sugieren que la expresión génica específica del tejido nervioso se relaja específicamente en la pared vascular ateromatosa y/o que una desregulación sistémica de los genes involucrados en la biología del sistema nervioso dicta una progresión concomitante de enfermedad neurológica y aterosclerosis.

Conclusiones

Una cantidad significativa de datos indica de manera convincente que la biología del sistema nervioso y de la pared vascular están vinculadas y que la neurodegeneración y la aterosclerosis tienen mecanismos fisiológicos y moleculares subyacentes comunes. Se necesitan esfuerzos significativos tanto en epidemiología como en investigación experimental para desentrañar esta apasionante área de investigación.

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