Artritis reumatoide extraarticular

Estás aquí

Contáctanos

La artritis reumatoide (AR) es una de las enfermedades inflamatorias crónicas más prevalentes. Se trata principalmente de las articulaciones, pero debe considerarse una enfermedad sistémica, ya que también pueden presentarse diferentes manifestaciones extraarticulares (MEA), incluidos nódulos reumatoides, afectación pulmonar o vasculitis. Además, la enfermedad se ha asociado con alta prevalencia de comorbilidades sistémicas.

Características de MEA

Las MEA en la AR se han notificado con una frecuencia que oscila entre 18% y 41%. Este amplio rango se debe principalmente al diseño del estudio y las diferencias en las poblaciones incluidas.

En los últimos años, las nuevas estrategias terapéuticas han permitido un mejor control general de la actividad de la enfermedad con el consiguiente riesgo reducido de MEA graves, como vasculitis reumatoide (VR).

A pesar de los resultados mejorados de los pacientes con AR y la reducción de la incidencia de MEA sistémicas, las estrategias diagnósticas y terapéuticas para estas comorbilidades siguen siendo un desafío.

La patogenia de la AR extraarticular implica mecanismos inmunológicos tanto naturales como adquiridos. Se han demostrado niveles elevados de consumo de complejos inmunes circulantes (CIC) y de complemento (en particular C4) en pacientes con MEA graves y se ha demostrado que predicen la mortalidad en pacientes con vasculitis asociada a AR.

La AR extraarticular puede involucrar múltiples tejidos y órganos y causar comorbilidades y consecuencias psicosociales. Por tanto, sigue siendo un gran reto diagnóstico y terapéutico en varios pacientes.

A pesar de que un mejor control general de la actividad de la enfermedad se ha asociado con un menor riesgo de MEA, actualmente no hay ensayos controlados aleatorios disponibles para el manejo de la participación de órganos importantes, como la enfermedad pulmonar intersticial o VR rápidamente progresiva.

En estas condiciones patológicas, se recomienda el tratamiento con ciclofosfamida y corticoesteroide de dosis altas.

Junto con las investigaciones sobre los mecanismos patógenos subyacentes a la AR, el manejo adecuado es crucial para los factores de riesgo establecidos para la afectación de órganos específicos en estos pacientes, como hipertensión, dislipidemia, resistencia a la insulina, diabetes, obesidad y tabaquismo.

Conclusiones

El manejo de las MEA requiere la identificación temprana de manifestaciones específicas y la introducción del tratamiento dirigido de acuerdo con su gravedad.

Con respecto específico al tratamiento con enfermedad pulmonar intersticial, la evidencia es bastante baja, ya que no hay ensayos controlados aleatorios y los datos limitados provienen de series, informes de casos o ensayos de tamaño pequeño.

La edad avanzada, la baja capacidad vital forzada (FVC) y la disminución de la menor capacidad de difusión pulmonar para el monóxido de carbono a lo largo del tiempo parecen predecir un resultado deficiente.

Las recomendaciones disponibles para el manejo de MEA y las comorbilidades en pacientes con AR reflejan la necesidad de un enfoque holístico del proceso de atención y tratamiento de eventos adversos.

Por tanto, es importante el fomento de la coordinación con otros profesionales de la salud, incluidos los médicos generales y, finalmente, la necesidad de educar a los pacientes, no sólo con respecto a su enfermedad y tratamientos específicos, sino también con respecto a la promoción de la salud y las acciones preventivas específicas.

Si deseas leer el artículo completo, da clic aquí.