Estudios recientes revelan que un desequilibrio en la microbiota puede favorecer la inflamación, alterar la absorción de nutrientes y afectar la regulación del apetito, lo que contribuye al desarrollo de obesidad. “Hoy sabemos que abordar la obesidad no se limita solo al conteo de calorías, por lo tanto, la microbiota intestinal desempeña un rol fundamental en procesos clave del metabolismo”.