Papel del ambiente hospitalario y equipamiento en la transmisión de infecciones nosocomiales

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Las infecciones hospitalarias se producen por el contacto del paciente con tres posibles fuentes: su propia flora, los patógenos de otros pacientes o en el personal sanitario y, por último, patógenos presentes en el ambiente hospitalario. Se estima que 20-40% de las infecciones se adquieren de forma horizontal de otros pacientes o personal y 20% del ambiente.

Ambiente hospitalario como fuente de infección

Los microorganismos de origen ambiental pueden transmitirse tanto por contacto directo o indirecto, por inhalación, a través del agua, de la comida o de las soluciones intravenosas.

Para establecer una causa ambiental de brote, es necesario demostrar un modo eficiente de transmisión y una relación genética entre los aislados clínicos y los ambientales mediante métodos de tipificación con suficiente capacidad discriminativa.

Aire como fuente de infección

Si bien es importante el tamaño de la partícula que transporta al patógeno, también hay que considerar factores dinámicos como número de partículas en suspensión, su velocidad y su carga microbiana, la longevidad de dichos microorganismos y la proximidad a los pacientes. La supervivencia de los diferentes microorganismos en el aire va a depender de factores como humedad, temperatura, radiación ultravioleta y polvo ambiental.

Se pueden diferenciar tres tipos de patógenos vehiculizados por el aire: a) patógenos que se transmiten a través del aire a partir de un paciente infectado y que la adquisición por parte del paciente susceptible suele ser por vía respiratoria; b) patógenos que se ha demostrado que pueden transmitirse por el aire a partir de superficies contaminadas o pacientes infectados, pero que la adquisición no suele ser respiratoria, y c) patógenos considerados tradicionalmente aéreos.

Aunque existen diferentes estrategias implementadas de forma universal en los hospitales para prevenir la diseminación aérea de patógenos, no existen actualmente recomendaciones específicas por parte de organismos oficiales que contemplen procedimientos de mantenimiento o de limpieza para evitar la propagación aérea de aerosoles con determinados patógenos nosocomiales.

Agua como reservorio y fuente de infección

Los sistemas de distribución del agua sanitaria pueden servir como reservorios donde se multiplican o permanecen viables microorganismos, principalmente hongos y bacterias. Clásicamente se ha considerado que estos patógenos oportunistas son transmitidos por: a) contacto directo (ducha de pacientes con catéteres centrales, hidroterapia); b) ingestión de agua y de hielo; c) contacto indirecto (reprocesamiento de dispositivos, como endoscopios); d) inhalación de aerosoles; e) aspiración de agua contaminada; f) la contaminación de superficies y manos del personal por aerosoles creados a partir de lavabos o desagües contaminados, y g) transmisión de endotoxinas bacterianas a través de la membrana del dializador en las máquinas de hemodiálisis.

Los agentes vehiculizados por el agua y que con más frecuencia causan infecciones nosocomiales pueden clasificarse en dos grupos: microorganismos que habitualmente pueden encontrarse en el agua sanitaria, y oportunistas que contaminan los grifos o desagües a partir del lavado de fómites o de las manos del personal sanitario.

Comida como fuente de infección

De forma similar, cuando analizamos la comida como fuente de infección podemos considerar dos grupos de patógenos: los habitualmente relacionados con gastroenteritis, y los adquiridos mediante la ingesta de comida, pero que producen infecciones no intestinales. Respecto a los enteropatógenos, hay que tener en cuenta la especial situación de susceptibilidad de los pacientes ingresados en un hospital, que facilitan la infección intestinal, como los tratamientos inmunosupresores, comorbilidades, uso de antibióticos, entre otros.

Papel de las superficies

En la contaminación de las superficies existen varios puntos a tener en cuenta como: capacidad de supervivencia en superficies inanimadas, dificultad de eliminación de estos patógenos y falta de estándares de control de limpieza de superficie para patógenos nosocomiales. La supervivencia de los patógenos nosocomiales dependerá de factores como la naturaleza de la superficie, las condiciones de humedad y temperatura, y el uso de determinados sistemas de limpieza o desinfectantes.

Instrumentos y dispositivos

Entre los instrumentos más frecuentes causantes de brotes nosocomiales se encuentran los endoscopios flexibles, tanto los gastrointestinales como los respiratorios. El reprocesamiento de estos instrumentos incluye varias fases que requieren un estricto cumplimiento de los procedimientos recomendados por el fabricante. La mayoría de las infecciones documentadas mediante técnicas de tipificación molecular tiene fallos en cualquiera de las tres fases y defectos de fuga en los canales.

Soluciones estériles

Las soluciones estériles que se administran de forma intravenosa, intratecal, intramuscular o intraocular pueden ser de origen comercial, preparadas por una empresa farmacéutica o, en muchas ocasiones, mezclas de diversos compuestos estériles. Estas mezclas deben ser preparadas en salas limpias con aire controlado (filtros de alta eficacia) y por personal con formación específica. Los protocolos para asegurar la esterilidad incluyen el control mediante medición de partículas y microbiológico del aire y de las superficies en situaciones de funcionamiento y tras la validación de sistemas o limpieza de filtros.

Control microbiológico

La mayoría de los controles ambientales se producen en situaciones de brote y motivado por el equipo de control de infección nosocomial para encontrar un determinado patógeno. Con este objetivo, lo importante es realizar la toma de muestras ambientales tras una limpieza profunda, porque de otra forma se corre el riesgo de detectar reservorios secundarios transitorios y, además, sirve como evaluación de la eficacia de la limpieza.

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